sábado, abril 30, 2005

Teorema de Coase y fundamentación del Estado

En Liberalismo.org nos han obsequiado ya con varios artículos tratando de demostrar que no existen los bienes públicos. Aunque yo no soy liberal, reconozco que me gustaría que tuviesen razón. Mi utopía consistiría en una sociedad donde todos los bienes y servicios, incluyendo la defensa o la seguridad fuesen producidos en régimen de mercado, y el Estado no consistiese más que en un ordenador dedicado a hacer (limitadas) transferencias redistributivas. Que afectase la distribución secundaria de la renta sin participar en la producción.

Desgraciadamente, como tantas otras utopías, el Segundo Teorema del Bienestar tiene un montón hipótesis y el socialismo de mercado redistributivo (en oposición a socialismo productivo) no puede ser totalmente implementado. Hoy voy a explicar por qué el Estado tiene que efectuar pagos no redistributivos e incluso producir ciertos bienes.

En primer lugar, no voy a hablar de bienes públicos, sino de externalidades. En efecto, los bienes públicos, es decir aquellos que su productor no puede internalizar ganancias en absoluto son escasos. El más clásico es la defensa nacional y los libertarios reconocen que no saben resolver ese problema. No hurgare en esa herida fácil

Lo que hay son bienes con fuertes externalidades, es decir operaciones de producción que generan efectos negativos o positivos sobre terceros, que el productor “egoísta” no toma en cuenta en su plan empresarial (nótese que ya me he acostumbrado a la jerga austriaca).

El caso más conocido es el de la contaminación. Imaginemos un lago con un pescador y una industria en la orilla.

La empresa puede producir y verter residuos, con lo que afronta unos costes nulos, pero el pescador pierde 9.000.000 euros. Por otro lado puede gastar 4.000.000 euros en una depuradora.

Si la empresa tiene derecho a contaminar el lago, en principio lo hará y el pescador perderá 9.000.000 euros. ¿No? No, claro. El pescador tiene la opción de pagar a la empresa los 4.000.000 euros de la depuradora, ahorrándose la perdida de los 9.000.000. Si la empresa no tiene el derecho a contaminar, entonces el pescador no le deja hacerlo y la empresa compra la depuradora. El resultado esta claro: la solución optima (es decir la que minimiza las pérdidas) se toma no importa cual sea la estructura de la propiedad. Esto se llama Teorema de Coase.

La idea de que las externalidades podrían resolverse a través de procesos de negociación, una vez establecidos los derechos de propiedad ha sido una de las más revolucionarias de la economía moderna.

Pero no es tan fácil. Ahora imaginemos que el lago no pertenece a un pescador, sino que esta parcelado en trozos (para fijar ideas imaginad que el lago es circular y esta divido en 100 trozos iguales, como un pastel). La contaminación hace perder a cada pescador 9.000.000/100=90.000 euros. Todos los pescadores tienen derecho a permitir a la empresa contaminar su trozo. Bien, entonces lo que ocurre es que cada pescador, a cambio de mas de 90.000 euros (pongamos 180.000) estará dispuesto a dejar a la empresa que vierta en su parte. Claro, al contaminar en su parte, la empresa también destruye el resto del lago. Si la empresa puede verter por 180.000, ¿Por qué gastar los 4.000.000 en la depuradora?

¿Pueden los pescadores ponerse de acuerdo y pagar entre todos por la depuradora como en el caso anterior? No: Aunque cada uno podría pagar 40.000 euros, ninguno lo hará. Si los 99 restantes se ponen de acuerdo (y pagan 41.000 cada uno, lo que harían de quedarse solo uno fuera, porque aún así ganarían) y hay depuradora, el otro no paga su parte pero aún recibe sus 90.000 euros. Todos tienen incentivos a no pagar y a disfrutar de la depuradora.

Supongamos que cada pescador tiene derecho a vetar la contaminación de su parcela (y por tanto de todo el lago), y ahora imaginemos que es lo contrario: la depuradora vale 9.000.000 euros y los beneficios de la pesca en el lago son 4.000.000. Entonces si los 99 restantes se ponen de acuerdo en recibir, por ejemplo 60.000 cada uno y renunciar a la pesca, dejando el lago para la industria, el último exigirá a la empresa 8.000.000-99*60.000=2.060.000, y aun así la empresa tendrá un beneficio de 1.000.000. Todos tienen incentivo a ser el último a entrar en el contrato, así que nadie será el primero. Es decir no habrá contrato y el resultado optimo (en este caso, contaminar) no se alcanzará. Problema de acción colectiva.


¿Por qué no posible llegar al óptimo con propiedad dividida? Porque la depuradora una vez en uso evitara la destrucción del lago incluido la parte del que no paga. Y porque si todo el mundo tiene derechos de propiedad (aunque limitados) sobre la parte del lago que no es suya, todos tienen incentivos a usar ese derecho para acaparar el valor de la propiedad ajena, (como se ve en el ejemplo anterior).

¿Por qué no es posible con múltiples usuarios encontrar un óptimo a través de negociaciones? La respuesta esta en la naturaleza intrínsicamente común de la propiedad sobre el agua del lago. Como la contaminación se difunde a través del líquido, no hay forma de vallar la parte del lago de cada individuo. No es por tanto posible poseer derechos de contaminación sobre una parte. La propiedad del lago como sujeto de contaminación es necesariamente común. Una sociedad anónima que gestionase en nombre de los propietarios (en proporción a la propiedad de cada uno) los derechos de contaminación del lago sería una solución perfecta para el problema, siempre que la pertenencia a ella fuese obligatoria. OBLIGATORIA. O sea, coacción para superar un problema de acción colectiva.

Es evidente que no todos los bienes son privatizables y es aún más evidente que algunos bienes son escasos. Cuando un bien no privatizable es además escaso (es decir, es un bien económico) resulta que es un bien público.

Y debe ser gestionado en común. Con esto no digo que haga falta Estado. Imaginemos que la apropiación original del lago hubiese sido hecha por un solo individuo. El haría lo siguiente: vendería parcelas a otros con derechos limitados (es decir sin derechos sobre la contaminación) y después esos derechos los depositaria en una sociedad anónima participada por cada propietario en relación a su lote de propiedad. Esa compañía en caso de una oferta de contaminar, decidiría en común y de aceptarse la contaminación del lago, las ganancias de la sociedad (con beneficios) serían el precio de la parcela.

Eso sería una solución ideal, pero adolece del problema de que exige que se hiciese así en el momento de apropiación original. Por eso es necesario que exista un sistema legislativo que delimite la propiedad de forma que los bienes intrínsecamente comunes no sean (ficticiamente) divididos. Por ejemplo, que la propiedad de una parcela del lago no implique derechos de contaminación o de veto sobre el total.

Esto me lleva a pensar en un ejemplo más realista: Kyoto. Bien, no estoy en condiciones de afirmar o desmentir los hechos científicos sobre los que se asienta el protocolo de Kyoto. Pero si estos fuesen ciertos, es decir si existiese el efecto invernadero y fuese una amenaza, la solución adoptada en forma de derechos de contaminación comerciables es óptima. Dado que la atmósfera en su conjunto no es un bien privatizable, la mejor solución para gestionar un problema global de contaminación no puede ser otra que poner su gestión en manos del Estado (¿mundial?) y que este los revenda mediante subasta.

Decir que el Teorema de Coase nos enseña a superar las externalidades estableciendo derechos de propiedad es olvidar que precisamente las externalidades son un resultado de la dificultad técnica de establecer esos derechos.

Conforme los bienes son menos divisibles la importancia de mantener la propiedad común aumenta. La seguridad, por ejemplo, es así: en un mundo sin policía pública, todo el mundo tendría más incentivos a ejercer la seguridad pasiva (vigilancia) que la persecución del criminal. Las carreteras son análogas al caso del lago que un solo propietario impide contaminar. Conforme una empresa fuese avanzando en la carretera, los propietarios de las tierras por las que fuese a pasar exigirían más y más dinero, extrayendo el beneficio empresarial y haciendo la construcción imposible.

Las grandes infraestructuras, la seguridad (activa), en parte la propiedad intelectual, o la educación crean enormes externalidades porque el propietario crea un valor que no puede internalizar. La contaminación también crea externalidades. A base de subvenciones o incluso (en las carreteras) expropiaciones o producción publica (policía) el Estado debe organizar las necesarias acciones coactivas para superar los problemas de externalidades y acción colectiva.

¿Que es pues el Estado? El proveedor y propietario de los bienes económicos no privatizables. Si la propiedad de un bien es necesariamente común a nivel local, debería ser gestionada y recaudados los impuestos a ese nivel (por ejemplo las calles, o la contaminación de las aguas), si es común a nivel nacional (defensa) debe ser gestionado y recaudados los impuestos también a ese nivel.

martes, abril 26, 2005

Tres visiones de Israel

El primer Israel que aprendí a amar fue el del sionismo épico: el Israel militar, nacionalista y socialista. El Israel que peleaba contra el medio y contra el hombre. El Israel de los golpes francos: de las ejecuciones de los miembros de Septiembre Negro, de la eliminación del numero dos del Partido Fascista Palestino (OLP) en Túnez. Me acuerdo de aquella historia: yo era un niño y lo escuche en la radio: un comando de ocho hombres y dos mujeres desembarca una playa, entra en la residencia del objetivo, le eliminan. Sin victimas civiles y sin bajas.

Después oí hablar de la hazaña de Entebbe, de la Guerra de los Seis Días, leí ¡Oh, Jerusalén! y vi Éxodo. También solía leer la Biblia.

“Todo israelita sabe en su corazón que nuestros campamentos militares son un santuario de Dios y no DEBEN ser como los de los paganos, cuyo objeto es la corrupción y el pecado, y que buscan robar y herir a los demás; por el contrario nosotros luchamos para liderar a la Humanidad hacia el conocimiento de Dios y hacia un orden social justo”

Guia para perplejos, Moshes Maimonides, siglo X.

Aquí esta:

http://www.haaretz.co.il/hasen/spages/568496.html


Después descubrí mi segundo Israel:

Hedonista, nocturno y dionisiaco. Un Israel de visiones nocturnas, de noches calidas de sexo y alcohol, de estrellas en el cielo y brisa mediterránea. Un Israel de hombres y mujeres que redimen su mortalidad a ritmo rock. Un Israel de música electrónica y after-hours en el interminable verano del desierto y el mar. Un Israel de trabajo duro y riesgo físico por el día; de trabajada pasión por la noche.

Aquí esta:

http://www.haaretz.com/hasen/spages/568170.html

Tardé mucho más en descubrir el tercer Israel:

El de las empresas de alta tecnología y las metáforas cabalísticas. El Israel de lingüistas y filósofos, de rabinos literatos que retuercen la Escritura y filósofos agnósticos que permutan la materia. El Israel esotérico, no de los que buscan seres sobrenaturales, sino de los que saben que lo sobrenatural es el Ser. El Israel de la Era Mesiánica. Topología y monoteísmo. Exégesis y criptografía:

Aquí esta:

http://www.rishon-rishon.com/archives/074749.php



ALEPH.- א Primera letra del alfabeto hebreo. Símbolo de los cardinales transfinitos. Clásico de Borges.


Aleph es el símbolo de las clases de los conjuntos infinitos, según la clasificación creada por Georg Cantor, matemático alemán que en el s.XIX descubrió la Teoría de Conjuntos. A Cantor le debemos una demostración de que la forma más pequeña de conjunto infinito es la que corresponde a los números naturales y que si bien las fracciones racionales están en esa clase de “infinito mínimo”, los números reales son un infinito de orden superior. A Bertrand Russel le debemos una prueba de que las clases de infinitos son más numerosas que cualquier conjunto: un resultado asombroso porque da el primer ejemplo de “conjunto que no es un conjunto”.

Shakespeare ya lo intuía: “Has mas cosas en el cielo y en la tierra Horacio de las que pueda soñar vuestra Filosofía”. Y más aún en el alma humana.

La prueba de Cantor es la primera de una clase de pruebas llamadas “de diagonalización”, que han servido para que Gödel demostrase su teorema de incompletitud, y Turing el de incomputabilidad. Estas tres pruebas son los pilares fundamentales de la revolución epistemológica-matemática del s.XX. ¿Tres razones para el misticismo?

Jorge Luis Borges llamó “el Aleph” a su colección más famosa de relatos, en la cual a su habitual panoplia de objetos imposibles añade algunos cuentos maravillosos sobre la inmortalidad, la filosofía y la teología (como ramas de la literatura fantástica) y el más lucido análisis sobre el suicidio de Alemania a traves del nazismo.

La Aleph es una consonante muda y su valor numérico es Uno.

PD.- Es la mejor colección de vínculos que he encontrado en mi vida. El de antes, en español, es un análisis de la relación entre la obra de Cantor y Borges por parte de un profesor de Matemáticas de la Universidad de TEL AVIV (¡¡¡!!!). Mítico.

ACTUALIZACIÓN:
David Boxenhorn me enlaza:
http://www.rishon-rishon.com/archives/078186.php
¡Gracias David!

sábado, abril 16, 2005

Izquierda y Derecha

Vivir en España tiene sus ventajas: el verano es más largo y las chicas van ligeras de ropa durante más tiempo; tenemos jamón, siesta y el alcohol más barato de Europa.

Desgraciadamente, aparte de la muerte y los impuestos, existe otra inevitable maldición: los políticos. Pero en España es aún peor: porque la gente se identifica con ellos. Por eso, este país, donde el conflicto civil es imposible porque los intereses de las clases dominantes están firmemente alineados, no obstante sufre una absurda retórica guerra-civilista, que se transmite de padres a hijos, junto con otras idiosincrasias nacionales, entre las que cabe destacar el conflicto entre el catolicismo y el catolicismo laico.

No obstante la división en izquierda y derecha, aunque aquí es particularmente ruidosa, es un fenómeno universal. Una y otra vez los mas variados gurús políticos redescubren que esta superada. Una y otra vez acaban uniéndose al bloque correspondiente.

Es obvio que no existe una ideología de “derecha” y de “izquierda”. Los parecidos entre la cosmovisión de Cox&Forkum y la de Pat Buchanan son…ninguno. Ambos son totalmente diferentes de Wolfrowitz. Pero los tres tienen algo en común: VOTAN REPUBLICANO.

Yo voto PP, y escribo en RedLiberal. No obstante soy pro-choice (histéricamente), pro-eutanasia (con menos entusiasmo y aún más convencimiento) y apoyo un moderado welfarismo, en particular sanidad y educación no necesariamente publicas pero si necesariamente gratuitas (o más bien subvencionadas). Os daré más sorpresas progres que harán quizá las delicias de otros bloggers más ortodoxos. (Por cierto, la existencia del movimiento liberal me ha devuelto un poco el placer de sentirme de izquierdas; en el mundo real me consideran el gemelo cabrón de Donald Rumsfeld).

Las decisiones puramente privadas, esas en las que el agente internaliza plenamente los costes y beneficios son dejadas al nivel mínimo de subsidiaridad: es el individuo el que elige y lo hace conforme a la complejidad casi infinita de los deseos humanos. No hay izquierda y derecha a la hora de elegir tu plato favorito o la música que quieres disfrutar. Nada es más obviamente absurdo que los conflictos tribales ente estéticas diferentes, y después de la adolescencia nadie se los toma en serio (salvo ciertos chamanes de la “excepción cultural”).

Obviamente dado que la privatización total es técnicamente imposible y socialmente indeseable, hay decisiones que se tienen que tomar a nivel colectivo. Por ejemplo quien va a pagar por la defensa nacional, las cortes de justicia o el Estado del Bienestar. O cuales van a ser las alianzas internacionales de un determinado país.

Esas decisiones, intrínsecamente comunes y divisivas (común = divisivo), se toman a través de una legislatura que ordena leyes o de una rama ejecutiva del Estado que ejerce el poder de administrar. Para elegir a estos cuerpos políticos se crea un sistema electoral que nombra cargos y promulga leyes.

Es bien conocida la crítica informacional a la democracia: el elector individual, cuyo voto con toda seguridad no va a cambiar el resultado de la votación, no tiene incentivos a asumir el coste de informarse ni tiene que afrontar personalmente los dilemas sobre los que su voto decide. Las elecciones no producen una revelación de las preferencias del votante: más bien revelan sus prejuicios y pasiones. O como dijo Friedman, cuando yo gasto un dólar tengo un incentivo de un dólar a gastarlo bien. Cuando voto a un partido político, mi voto no es decisivo y mis incentivos marginales son nulos. (Visto así, lo asombroso es que la democracia funcione tan bien).

Además de esto, el elector, suponiendo que es un ciudadano concienciado y vota racionalmente, tampoco puede escoger el programa que más le gusta: debe aceptar que su sufragio tiene que ser útil; tiene que elegir aceptando un conflicto entre sus preferencias políticas y la eficacia de su voto. Por ejemplo, votar Juventudes Libertarias puede ser muy agradable para el amor propio, pero en última instancia es equivalente a la abstención.

La lógica de los sistemas electorales divide el continuo ideológico en bloques discretos. En todo proceso electoral representativo hay ganancias de escala en las votaciones. La ley Dont y los sistemas uninominales hacen inevitable que la división sea profunda, y obligan a todos los votantes a elegir dentro de un menú binario. Incluso en los sistemas proporcionales, en la medida en que la autoridad ejecutiva esta centralizada, todo partido es después de la votación “gobierno” u “oposición” y teniendo en cuenta sus afinidades ideológicas a los partidos dominantes, eso implica que antes de la votación se le puede clasificar como “izquierda” o “derecha”.

Por otro lado los sistemas altamente proporcionales dan lugar a parlamentos más representativos, pero estos parlamentos son también mucho más volátiles en sus decisiones. Dado que el gobierno debe tomar decisiones que necesariamente tienen que ser centrales, planificadas colectivamente e inter-temporalmente consistentes, la volatilidad parlamentaria es un mal. Para todos los que seguimos las actividades de esa excelsa jaula de grillos que es la Knesset (parlamento israelí), los peligros de un sistema proporcional y su vulnerabilidad ante intereses particulares resultan obvios.

En definitiva, las decisiones colectivas se toman inevitablemente sin incentivos marginales eficientes y dentro de un sistema de bloques ideológicos, artificial en la medida en que la ideología no es algo que se presente por bloques. Esto no es un defecto particular de la democracia, sino de la propia elección pública. Por eso ampliar el campo de las decisiones privadas, no solo a través de la inhibición total del Estado, sino especialmente rediseñando ese Estado de forma que mas ámbitos sean dejados en manos de los individuos o se determinen a través reglas transparentes e impersonales, es un camino para reducir la tensión política (y en general además mejorar el bienestar individual) . No obstante, existen decisiones que solo pueden ser públicas y discrecionales. La existencia de esas elecciones determinará que la división izquierda derecha permanezca indefinidamente. Como la muerte y los impuestos.

PD.- Do you wanna know more?

miércoles, abril 13, 2005

La burbuja inmobiliaria

Durante los últimos años y después de los descalabros que han sufrido los mercados de capitales, los precios de la vivienda han experimentado una escalada alcista que se parece sospechosamente a la de las cotizaciones bursátiles de la última década.

Afortunadamente este rally no ha sido bautizado como Nueva Inmobiliaria, y nadie lo ha saludado como un glorioso cambio de paradigma en la historia del capitalismo. Sin embargo, una demagogia de signo contrario nos aflige ahora. Todas las medidas trivialmente dirigistas que creíamos definitivamente desterradadas del panorama económico han sido propuestas para afrontar esta burbuja en los precios de la vivienda. Controles de precios, impuestos sobre las viviendas vacias, construcción de vivienda pública y dictadura del proletariado han sido algunas de las recomendaciones que no solo algunos grupos políticos, sino incluso algun presunto académico han recomendado.

Para no ser inmediatamente clasificado como fundamentalista neoliberal, perdiendo así mis derechos civiles, empezaré diciendo que creo firmemente que los mercados financieros están sometidos a espirales especulativas, seguramente irracionales, y en todo caso económicamente ineficientes.La locura de los noventa, o el pánico del postmilenio son la evidencia más reciente, pero toda la historia financiera está salpicada de estos aconteciemientos.

Sin embargo la irracionalidad de los mercados de activos no es la norma.Los mercados de bienes de consumo (y aquí la realidad y la teoria ortodoxa coinciden) son muy eficientes. Cuando los participantes en un mercado intercambian bienes, especialmente perecederos, existen incentivos a vender toda la mercancia y asi mantener el precio de mercado. Por otro lado cuando se comercia con acciones, oro o cualquier otro activo con rendimientos futuros inciertos, las expectativas, con su componente irracional o desinformado, tienen un papel esencial, que distorsiona los precios y erosiona la eficiencia.

Asi pues, ya tenemos un punto de partida:

1) Los precios de las mercancias perecederas se ponen eficientemente

2) Los precios de los activos estan sometidos a movimientos irracionales.

La vivienda es estas dos cosas: Es un bien de consumo, dado que el que vive en una casa disfruta del consumo del servicio de vivienda, y es un activo que se puede comprar y vender y que ofrece potencialmente una renta si se alquila.

La preocupacion por el precio de la vivienda no se debe a que sea un activo valioso (sería como preocuparse de que la Bolsa vaya bien), sino que el servicio de vivienda es muy caro. Pero la compra no es el único modo de obtenerlo.Tambien existe el alquiler.

Y aquí esta el punto asombroso: En España hay cerca de 2000000 de vivendas sin ocupar.¿Por qué?. Cuando un propietario mantiene una casa vacia pierde el alquiler.Lo extraordinario (y obviamente ineficiente) de la actual situacion no es que el mercado de la propiedad sufra una burbuja. Eso es lo que hacen los mercados de activos finacieros. Lo asombroso es que millones de personas renuncien a rentas muy sustanciales y en el proceso dejen 2000000 de casas sin uso ni beneficio. Tenemos un mercado de bienes perecederos (el alquiler que no cobro hoy nunca lo recuperare) en el que no se venden todas las mercancias.

Esto solo puede ocurrir o bien por un ataque masivo de idiotez, o porque hay algun riesgo o coste oculto. Y ese riesgo es el de la morosidad. El propietario de una vivienda teme por encima de todo al inquilino moroso o indeseable, porque los procesos de deshaucio duran AÑOS y nunca se recuperan ni la renta estafada ni los desperfectos generalmente intencionados. Ademas la ley obliga al rentista a renovar CINCO VECES el contrato anual, con lo cual muchas personas que tienen motivos para no comprometerse por periodos tan largos, dejan sus pisos en barbecho.Menos viviendas, más precio.

Todos los riesgos anteriores hacen que exista una fuerte prima en el alquiler, que así, solo es un poco mas barato que la compra. Por lo que todo el mundo se decanta por la propiedad. Es decir para adquirir el servicio de la vivienda tenemos que comprar el activo, que está absolutamente recalentado.Es como si para llamar por teléfono tuviesemos que comprar acciones de telefonica de las del año 99, porque la compañia no se fia de que le paguemos.

Así pues la unicas medidas eficaces, baratas y rapidas para resolver este problema son legales: acelerar los procesos de deshaucio, y disminuir el número de renovaciones obligatorias.
Esto haría desaparecer la prima del precio de los alquileres y los consumidores dejarían de buscar la propiedad a toda costa, aliviando la presión sobre los precios.

Desde luego nada es gratis. Millones de personas que habian invertido en viviendas pueden sufrir una considerable pérdida patrimonial, pero a cambio las familias dejarían de gastar el 35 % de su renta en vivienda, con lo que su capacidad de gasto se dirigiría a otros productos, y no a una estéril competencia por obtener un bien que solo es escaso porque las leyes hacen inevitable su acumulación especulativa.


PD.-Si el articulo parece un poco anticuado es porque lo escribi hace un par de años. Por lo demás estoy de acuerdo con jadh en que lo de las casas de 30 m2 no es mala idea (lo de compartir espacios como baños o cocinas si es horrible). Me parece un error la agencia del alquiler porque va a crear un "market for lemons" , es decir un mercado con enorme selección adversa. Y porque bastaría con tener leyes que se cumpliesen: más barato y mucho más eficaz.

lunes, abril 04, 2005

Nietzsche y Yourcenar

Ningún filósofo ha sido más influyente y controvertido en el s.XX que Friederich Nietzsche. Unos han visto en el una vindicación de la crueldad o incluso del totalitarismo. Ideologías no solo atroces, sino intelectualmente irrelevantes han usado los conceptos de “superhombre” y “voluntad de poder” para justificar su propia mezcla de mediocridad y salvajismo.

Pero la obra de Nieztsche trata, por primera vez desde la modernidad, de las consecuencias profundas del ateismo y de la soledad del hombre en un mundo sin más contenido que el que él mismo sepa darle.

La existencia o no de Dios, como hice notar aquí, no tiene en si misma mayor relevancia para la vida humana. Desgraciadamente, al decretar la muerte de Dios, el hombre decreta también la suya propia. Evaporada la esperanza de inmortalidad, pero no apagada la sed de infinito, nos vemos obligados a buscar la infinitud durante nuestra efímera existencia. Esa búsqueda sin tregua ni esperanza, de la trascendencia y la pasión en lo inmanente, es el espíritu Dionisiaco. Su complemento natural es la suave melancolía Apolínea, la resignación serena y voluptuosa ante el paso del tiempo.

Nietzsche, a pesar de su ridículo auto-bombo, era dolorosamente consciente de las limitaciones de su obra. Lo inefable no se puede transmitir en forma de argumentos, o al menos no solo en forma de argumentos. El sabía que su filosofía no era más que unas notas a pie de página de una obra artística todavía no nacida.

Creyó encontrar en Wagner al intermediario que iba a convertir su visión intelectual en potencia estética, pero pronto se dio de que la madurez serena y vital que el identificaba con “el superhombre” (y que tanto difería de su propio carácter) no la podía encontrar en la pomposidad decimonónica del compositor.

Ha sido mucho después de la muerte del filosofo cuando finalmente alguien ha sabido tomar la pluma para describir al superhombre. ”Memorias de Adriano”, de Marguerite Yourcenar es quizá la novela más hermosa del siglo pasado. Yourcenar relata en primera persona la vida del emperador Adriano, el más importante de los Antoninos, esa formidable dinastía de hombres de Estado que gobernó Roma durante el s.II, y que ha dado a la posteridad un ejemplo inmortal de grandeza e ilustración.

En Adriano se combinan sin esfuerzo la habilidad pragmática del estadista, la curiosidad inagotable del filósofo y la cuidadosa voluptuosidad del amante: “He hecho de mi vida una obra de arte”.

Adriano no aspira a la inmortalidad de la Historia, sino a la inmortalidad del momento. Ante la tumba de su gran amor, el joven Antinoo, hace la siguiente reflexión:

“Los siglos contenidos en el seno opaco del tiempo pasarán por miles sobre esa tumba sin devolverle la existencia, pero sin añadir nada a su muerte, sin poder impedir que un día hubiese sido”

El vitalismo no es sino un tibio consuelo ante la eternidad de la muerte, y por eso de entre todas las filosofías de la Antigüedad, ninguna es más atractiva ni más melancólica que el epicureismo. Pero nuestro superhombre no busca solo los placeres de los sentidos, sino también los de la acción. Para él la construcción de imperio, la actividad política es su forma de transformar el universo y disfrutar la plenitud de la existencia. Para el Adriano de Yourcenar, la política (pero podría haber sido la literatura, o la ciencia igualmente) es a la vez un desafío personal y un imperativo moral:

”Quería que a todos llegase la inmensa majestad de la paz romana, insensible y presente como la música del cielo en marcha; que el viajero más humilde pudiera errar de un país, de un continente a otro sin formalidades vejatorias, sin peligros, por doquiera seguro de un mínimo de legalidad y cultura (…) quería que en un mundo bien ordenado tuvieran los filósofos su lugar, y también los bailarines (…) este ideal, modesto al fin y al cabo, podría llegar a cumplirse si los hombres pusiesen a su servicio parte de la energía que gastan en trabajos estúpidos o feroces”

Pero conoce las limitaciones de toda obra humana:

“Me repetía que era vano esperar para Atenas y Roma esa eternidad que los más sabios de entre nosotros niegan incluso a los dioses (…) Las costumbres menos rudas, el adelanto de las ideas durante el ultimo siglo, han sido obra de una intima minoría de gentes sensatas (…) Veía volver los códigos salvajes, los dioses implacables, el despotismo incontestado de los príncipes bárbaros”

Roma y Atenas no han perecido. Siguen vivas en los pueblos de Occidente y en las ideas que los animan. Las ruinas del Coliseo o más aún, la belleza intacta del Panteón, bajo cuya cúpula pensé este post hace cerca de dos semanas, me han recordado que merece la pena el esfuerzo de crear un mundo donde hombres como Adriano no sean solo posibles, sino incluso corrientes.